Neutrinos – Primer paso para descubrir por qué existe la materia

Neutrinos: la Luz Invisible

Primer paso para descubrir por qué existe la materia

Colocada la primera piedra de un gran experimento que puede cambiar nuestro conocimiento del Universo

Más de 1.000 científicos e ingenieros de 30 países, entre ellos España, participan en un gran experimento internacional que puede cambiar nuestro conocimiento del Universo. Tardará una década en construirse, pero la primera piedra de su infraestructura acaba de colocarse en USA. El experimento estudiará las propiedades de las misteriosas partículas llamadas neutrinos, que pueden desvelarnos cómo funciona el Universo y por qué existe la materia.

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Los científicos, en el inicio de las obras. Foto: Reidar Hahn, Fermilab.

Con una ceremonia celebrada el viernes pasado en el Laboratorio Subterráneo de Sanford (SURF) en Lead, Dakota del Sur, Estados Unidos, un grupo de dirigentes políticos, científicos e ingenieros de todo el mundo marcó el inicio de la construcción de un gran experimento internacional que podría cambiar nuestro conocimiento del Universo.

Se trata de la instalación Long-Baseline Neutrino Facility (LBNF), que albergará el experimento internacional DUNE(Deep Underground Neutrino Experiment), que será construido y operado por más de 1.000 científicos e ingenieros de 30 países, entre ellos España.

Cuando esté finalizado, LBNF/DUNE será el mayor experimento construido en Estados Unidos para estudiar las propiedades de las misteriosas partículas llamadas neutrinos. Desvelar los misterios de estas partículas podría ayudarnos a explicar mejor cómo funciona el Universo y por qué existe la materia.

Instituciones de decenas de países contribuirán a la construcción de los componentes de DUNE. Este experimento atraerá a estudiantes y jóvenes investigadores de todo el mundo, formando a la próxima generación de científicos que liderará este campo de investigación.

El laboratorio Fermilab, situado a las afueras de Chicago, producirá un haz de neutrinos y lo enviará a 1.300 kilómetros a través de la Tierra hasta SURF, donde se construirán cuatro grandes detectores de una altura de 4 pisos y 70.000 toneladas de argón líquido bajo la superficie para atrapar estos neutrinos.

El misterio de los neutrinos

Los científicos estudiarán las interacciones de los neutrinos en los detectores para entender mejor los cambios que sufren estas partículas cuando viajan de un punto a otro en un abrir y cerrar de ojos.

Desde su descubrimiento hace más de 60 años, los neutrinos han demostrado ser la partícula subatómica más sorprendente, y el que oscile entre tres estados diferentes es una de sus mayores sorpresas. Este hallazgo comenzó con un experimento de neutrinos solares dirigido por Ray Davis en los años 60, y llevado a cabo en la misma mina subterránea que ahora albergará a LBNF/DUNE. Davis obtuvo el Premio Nobel de Física en 2002 por este experimento.

Los científicos de DUNE también buscarán diferencias en el comportamiento entre los neutrinos y sus réplicas de antimateria, los antineutrinos, lo que nos podría dar pistas sobre por qué vivimos en un Universo dominado por la materia. DUNE también observará los neutrinos producidos en las explosiones estelares, lo que revelaría la formación de estrellas de neutrones y agujeros negros. También investigará si los protones viven para siempre o se desintegran eventualmente en otras partículas, acercándonos a la realización del sueño de Einstein: la Teoría de la Gran Unificación.

Pero antes se tiene que construir la instalación, algo que ocurrirá en la próxima década. Los operarios comenzarán la construcción excavando más de 870.000 toneladas de rocas para crear las enormes cavernas subterráneas del detector DUNE. Mientras, se construyen grandes prototipos de DUNE en el laboratorio europeo de física de partículas (CERN), uno de los mayores socios del proyecto, y la tecnología desarrollada para estas versiones más pequeñas se probará y ampliará cuando se fabriquen los grandes detectores de DUNE.

Esta instalación está financiada por la Oficina de Ciencia del Departamento de Energía de los Estados Unidos, en colaboración con el CERN y otros socios de 30 países. Los científicos que participan en DUNE proceden de instituciones científicas de Armenia, Brasil, Bulgaria, Canadá, Chile, China, Colombia, Corea del Sur, Estados Unidos, España, Finlandia, Francia, Grecia, Holanda, India, Irán, Italia, Japón, Madagascar, México, Perú, Polonia, República Checa, Rumanía, Rusia,  Suecia, Suiza, Turquía, Ucrania y Reino Unido.

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Fermilab, situado a las afueras de Chicago, producirá un haz de neutrinos y lo enviará a 1.300 kilómetros a través de la Tierra hasta SURF, en Dakota del Sur. Imagen: Fermilab.

Amplia participación española

Cuatro centros de investigación españoles forman parte de la colaboración científica del experimento DUNE: el Centro de Investigaciones Energéticas Medioambientales y Tecnológicas (CIEMAT), el Instituto de Física Teórica (IFT, UAM-CSIC), el Instituto de Física de Altas Energías (IFAE) y el Instituto de Física Corpuscular (IFIC, CSIC-UV).

Sus contribuciones abarcan tanto el diseño y la construcción del experimento, en particular de los detectores que se instalarán en el Laboratorio Subterráneo de Sanford, como los estudios para optimizar la explotación científica del experimento.

Un paso previo y crucial a la construcción de estos detectores en SURF es fabricar prototipos para probar la tecnología. Esta tarea, donde las instituciones españolas también participan, se lleva a cabo en el CERN con la construcción de dos grandes prototipos, llamados ProtoDUNE single phase (ProtoDUNE-SP) y ProtoDUNE dual phase (ProtoDUNE-DP), que se probarán con haces de partículas cargadas a partir de 2018.

Los grupos de investigación en neutrinos del CIEMAT de Madrid y del IFAE de Barcelona son responsables del sistema de detección de luz de ProtoDUNE-DP, formado por 36 fotomultiplicadores que detectan y amplifican la luz producida por las interacciones de partículas en el detector y la convierten en una señal eléctrica.

El CIEMAT lleva a cabo la caracterización de estos fotomultiplicadores para comprender su respuesta ante distintas señales de luz. Además, estos requieren un revestimiento especial que permite cambiar la luz invisible producida en el argón a una longitud de onda visible por los detectores, tarea que realiza el IFAE. El CIEMAT coordina el grupo de trabajo de DUNE dedicado a la detección de neutrinos procedentes de supernovas, donde la señal de luz producida por los fotomultiplicadores es vital al indicar el comienzo de los sucesos originados por la explosión de una supernova.

Desintegración del protón

Por otro lado, el grupo experimental de física de neutrinos del IFIC (CSIC-Universidad de Valencia) lidera el sistema de instrumentación criogénica del detector ProtoDUNE-SP, así como su sistema de monitorización y control de parámetros fundamentales como temperatura, presión, nivel y pureza del argón. Además, el grupo del IFIC coordina el grupo de trabajo de la colaboración DUNE sobre la desintegración del protón, estudiando la sensibilidad del experimento para medir este fenómeno que aún no ha sido detectado. Por otra parte, los científicos e ingenieros del IFIC trabajan también en el desarrollo de herramientas para el análisis de datos de ProtoDUNE-SP y DUNE.

Por su parte, el IFT (Universidad Autónoma de Madrid-CSIC), con contribuciones de miembros del IFIC, lidera la realización de simulaciones sobre las capacidades de DUNE para determinar parámetros aún desconocidos, como el que codifica la posible diferencia de comportamiento entre neutrinos y antineutrinos, clave para entender el exceso de materia sobre antimateria en el Universo. DUNE observará haces de neutrinos con una intensidad y precisión sin precedentes, lo que permitirá explorar respuestas a preguntas fundamentales de la física actual.

Por ejemplo, comprobando la existencia de neutrinos más pesados pero con interacciones aún más débiles que los conocidos hasta ahora, o de nuevas interacciones de los neutrinos. DUNE también podría desentrañar la naturaleza de las misteriosas partículas que forman la materia oscura del Universo, que podrían producirse junto con los neutrinos en el haz producido en Fermilab y ser descubiertas en el detector más cercano. Estas simulaciones son fundamentales en esta etapa del experimento para identificar las posibles modificaciones en el diseño que optimizarían la sensibilidad del mismo

Fuente: Tendencias21

El misterioso fenómeno de la acción fantasmal a distancia

La teoría de la «Horripilante acción fantasmal a distancia» de Einstein

La equivocación de Einstein: Demuestran que la ‘acción fantasmal a distancia’ es real

Pese a las dudas de Albert Einstein, el padre de la física moderna, existe la llamada ‘acción fantasmal a distancia’. Científicos del Instituto Nacional de Normas y Tecnología de EE.UU. (NIST, por sus siglas en inglés) llevaron a cabo un experimento que lo demostró.

Einstein utilizó el término ‘acción fantasmal a distancia’ para referirse a la mecánica cuántica, que describe el extraño comportamiento de las partículas más pequeñas de la materia y la luz. Particularmente tenía en cuenta el entrelazamiento, la idea de que los pares de partículas subatómicas pueden conectarse de forma invisible de una manera que trasciende el tiempo y el espacio. El eminente físico dudó de que fuera posible.

Sin embargo, experimentos de los investigadores del NIST demostraron que el fenómeno existe. Para eso, los científicos crearon fotones y los enviaron a dos lugares diferentes. Luego midieron los fotones y los resultados revelaron que esas partículas ligeras no solo se correlacionaban, sino que también eliminaban todas las demás opciones, para dejar claro que estas correlaciones no pueden ser causadas en el universo «realista» localmente controlado en el que Einstein pensaba que vivíamos.

«No se puede probar la mecánica cuántica, pero el realismo local, o acción local oculto, es incompatible con nuestro experimento. Nuestros resultados están de acuerdo con lo que la mecánica cuántica predice acerca de las acciones espeluznantes compartidas por partículas entrelazadas», explica uno de los investigadores del NIST, Krister Shalm, en el artículo sobre el experimento.

Fuente: RT SEPA MÁS

Físicos de la Universidad de Washington y de la Universidad de Stony Brook de Nueva York, creen que el fenómeno del entrelazamiento cuántico o como Albert Einstein solía llamarle “acción fantasmal a distancia”, podría estar intrínsecamente asociado a los agujeros de gusano.

Los agujeros de gusano o como formalmente se les conoce “puentes Einstein-Rosen”, son una predicción de la teoría de la relatividad, vienen a ser una especie de pliegue espacio-temporal que en muchas novelas de ciencia ficción son usados para recorrer grandes distancias más rápido que si se viajara a la velocidad de la luz.

La acción fantasmal a distancia o entrelazamiento cuántico, ocurre cuando un par o grupo de partículas se entrelazan de tal forma que el comportamiento de una, determina el comportamiento de la otra, por ejemplo, si en un par de partículas entrelazadas una cambia, lo otra también lo hace de forma simultánea y sin importar que la distancia a la que se encuentren sea de unos pocos metros ¡o de varias galaxias!.

La ciencia ha demostrado que el entrelazamiento cuántico es real, y actualmente se estudia para el desarrollo de computadoras cuánticas y en la elaboración de una especie de encriptamiento cuántico que permitiría una seguridad prácticamente inviolable en las transferencias de datos.

Recientemente, los físicos teóricos Juan Martín Maldacena del Instituto de Estudios Avanzados de Princeton y Leonard Susskind de la Universidad de Stanford, sostenían que los agujeros negros estaban relacionados con el fenómeno de entrelazamiento. Específicamente, que los agujeros de gusano están formados por un par de agujeros negros entrelazados, pero no sólo eso, sino que el fenómeno de entrelazamiento en general está relacionado con los agujeros de gusano, por lo que las partículas entrelazadas, como podrían ser dos electrones, posiblemente estén conectados por agujeros de gusano extremadamente pequeños.

Los agujeros negros se forman cuando una estrella de gran masa, llega al final de sus días convirtiéndose en una gigante roja que colapsa sobre si misma debido a la gran cantidad de fuerza gravitatoria que posee, creando una masa concentrada en un pequeño volumen, una enana blanca, si el proceso de auto-atracción gravitatoria continúa, la enana blanca termina convirtiéndose en un agujero negro, cuyo tamaño puede variar desde el  de un átomo hasta varias veces la masa del Sol. Se llaman agujeros negros porque el campo gravitatorio que poseen es tan descomunal que ni la luz puede escapar a el.

El entrelazamiento de los agujeros negros puede ocurrir de varias formas, por ejemplo, al formarse simultáneamente dos agujeros negros, éstos resultarían automáticamente entrelazados. Otra forma sería que la radiación emitida por un agujero negro sea capturada y luego colapsada en el interior de otro agujero negro, lo que daría como resultado que el agujero negro que capturó esa energía quedara entrelazado con el que suplió la energía.

El trabajo de investigación realizado por Andreas Karch profesor de física de la Universidad de Washington y Kristian Jensen de la Universidad de Stanford, y que fue publicado en la revista Physical Review Letters en el mes de noviembre, resulta interesante porque aporta una herramienta que los científicos podrán usar para desarrollar el anhelado deseo de la física de encontrar una teoría unificadora, es decir que explique todo lo que sucede en el universo, ya que actualmente para ello contamos con dos teorías incompatibles entre sí, la mecánica cuántica que sirve para explicar lo que sucede a escalas ultra diminutas y la teoría de la relatividad, que funciona únicamente para comprender los fenómenos que ocurren a mayor escala.

Fuente: Criptogramas

Ciencia y espiritualidad. Una integración cuántica

Dr. Amit Goswami La física cuántica y la conciencia

“Los autores de este estimulante ensayo tratan de mostrar cómo los principios de la física cuántica enseñan que el mundo material es una proyección de la conciencia humana. La conciencia es la matriz de cuanto existe: materia, mente y vida. Esto equivale a un claro rechazo del epifenomenalismo, la idea de que la conciencia es un efecto epi (secundario) de la materia-en-movimiento”.

Ciencia y espiritualidad; Oriente y Occidente. Términos que, con frecuencia, nos aparecen como enfrentados. Y es sobre estos conceptos, divergentes e irreconciliables según muchos, de los que trata este libro, en un intento, razonable y racionalmente fundamentado, de superar lo aparentemente dual para alcanzar su integración. Tarea nada sencilla, tras siglos de alejamiento, pero que no empece a los autores para afrontarla con brillantez.

En la base de tal esfuerzo se encuentra el profundo conocimiento de Amit Goswami de la física, tanto la clásica como la cuántica, y de las diferentes espiritualidades de su India natal. Tal saber le permite recorrer la intrincada maraña de espiritualidades, religiones, materialismos, etc., para alcanzar un sustrato común a todos ellos, lo que allana el camino a la posibilidad de su integración. En este recorrido es recurrente la comparación entre los conceptos de la física cuántica y los provenientes de la corrientes espirituales hinduistas; lo que constituye un atractivo especial en la lectura.

¿Puede haber diálogo y una eventual reconciliación entre ciencia y espiritualidad?, se preguntan los autores. Y se responden: no mientras nos aferremos a una ontología basada en lo material. ¿Por qué? Porque la ciencia aborda los fenómenos, mientras que la espiritualidad trata de aquello que está más allá de los fenómenos.

Pero la física cuántica deja atrás al paradigma newtoniano de la realidad material. Y desde ella, desde la física cuántica, surge la cuestión de quién o qué precipita la realidad desde el amplio abanico de posibilidades; o, en la jerga de los físicos, como señala Goswami, “quién o qué colapsa la onda de probabilidad en el electrón real en un espacio y tiempo real y en un acontecimiento de medición real”.

Y es aquí donde los autores llegan al meollo de su planteamiento: “el medio que transforma la posibilidad en realidad es la conciencia. Es un hecho que cuando observamos, vemos realidad, no posibilidad. De modo que la observación consciente es una condición suficiente para el colapso de la onda de probabilidad”. Porque, en última instancia, “la conciencia crea la realidad, porque la elección de lo que se convierte en realidad depende siempre de la conciencia”. Por lo que “si introducimos la conciencia como fundamento del ser, como trascendente, como una, como auto-referente en nuestro interior, tal como nos han enseñado los maestros espirituales de todo el mundo, entonces el debate cuántico se disipa y las paradojas se resuelven”. Y concluyen: “Mi esperanza consiste en que, a medida que cobre fuerza una ciencia cosmológica, estos mitos [los que las religiones utilizan para explicar sus respectivas cosmologías] darán paso a una reiluminación de la unidad subyacente a todas las religiones”.

El desarrollo de la obra se programa en tres partes. En la primera, se presenta la mecánica cuántica de forma metódica, intentando demostrar cómo demuele los principios del realismo materialista. También en esta primera parte, se muestra cómo un análisis de la cuestión de la medida cuántica lleva a una imagen de la conciencia que los maestros espirituales han descrito desde hace milenios.

En la segunda parte, se establecen las premisas principales y la metodología de un nuevo paradigma, con la intención de desarrollar una cosmología más general que la actual; se señala el origen de la división del mundo en lo secular y lo sagrado; se ocupa de la cuestión creacionista, intentando demostrar el propósito creativo de la evolución biológica; se ahonda en la cosmología en su forma más general y, finalmente, se muestra su coincidencia con la visión de las tradiciones espirituales.

La tercera parte aborda cuestiones tales como cuál es la utilidad de la nueva ciencia que se propone; ¿contribuye a reformular la ética, a crear una ciencia de la ética?; ¿puede la nueva ciencia utilizarse para reconciliar algunas de las más profundas divisiones entre las propias tradiciones espirituales? También en esta parte se trata la cuestión de la territorialidad entre ciencia y espiritualidad y del asunto espiritual-político.

Ciertamente, las conclusiones a las que llegan los autores no convencerán a todos. Muchos son los que opinan que la ciencia no ha de mezclarse con conceptos como espiritualidad, religión, Dios, inmortalidad, etc.; pero, también son muchos los que sostienen una postura contraria. La reconciliación entre ambas posiciones es la pretensión del presente título. Pero, para quienes buscan profundizar en estos temas, estén situados a uno u otro lado de la cuestión, el texto de los Goswami les resultará de un estimulante interés.

En fin: una mirada detenida al índice de esta sugerente obra nos dará una idea de la ambiciosa propuesta de los autores que supera con creces los límites de sus 240 páginas.

Notas sobre los autores

Amit Goswami es originario de la India, donde recibió su doctorado en Física por la Universidad de Calcuta en 1964. De allí, se trasladó a Estados Unidos a comienzos de su carrera. Es profesor de Física en el Instituto de Ciencias Teóricas de la Universidad de Oregón, Eugene.

Entre sus obras, figuran títulos comoDios no ha muerto, La física del alma oEl médico cuántico.

Maggie Goswami es co-autora, junto a Amit Goswami, de The cosmic dancers, The self-aware universo: How consciousness creates the material world.

Autor del artículo: Juan Antonio Martínez de la Fe

Fuente: Tendencias21

SINCRONICIDAD

La sincronicidad pudiera explicarse en un universo holístico

Richard Tarnas, filósofo a contracorriente, reabre el debate sobre el alma del mundo en una nueva obra.

Los fenómenos de sincronicidad han llamado la atención desde hace ya muchos años. Carl Gustav Jung, junto con su amigo Wolfgang Pauli, se preguntaron cuál pudiera ser su explicación. En realidad, se trata de uno de los muchos fenómenos –el principal es la “conciencia” en el mundo animal y humano– que dificílmente pueden hallar explicación en el marco de una visión reduccionista y desintegrada del Cosmos. Éste, sin embargo, mantiene su misterio, su “encanto” y el actual enfoque holístico –abriéndonos un nuevo campo de intuiciones y conjeturas– podría quizá guiarnos a vislumbrar el sentido de muchos de sus enigmas. Por José Luis San Miguel de Pablos.

“Estamos solos en un universo sin sentido, en el que somos unos extraños.” “La vida y la consciencia no son sino accidentes aleatorios, de extrema improbabilidad, sobrevenidos en un rincón de un cosmos sin alma ni significado.”

Párrafos como estos se han convertido en clásicos. A través de ellos y de otros similares se proclama la concepción del mundo que sigue predominando ampliamente en nuestra cultura de base científica. Pero ¿estamos seguros de que estas manifestaciones expresan conclusiones sólidas, y no simples apuestas de partida… o de travesía?

Porque también podría ser que, sobre la base de unos primeros resultados interpretados de forma superficial, el hombre moderno hubiese emprendido una deriva práctica que necesitase encontrar apoyo en una concepción como esta. La cual no sería, en suma, más que una coartada para poder seguir recorriendo, sin excesivas trabas psicológicas, un camino equivocado. Richard Tarnas, profesor de filosofía en el CIIS de California, donde dirige el programa “Philosophy, Cosmology and Consciousness”, sugiere que bien podrían ser así las cosas.

La obra de Richard Tarnas La pasión de la mente occidental (cuya edición original data de 1991, y que ha sido traducida a nuestro idioma, hace poco, por Atalanta) consiste, según él, en el tormento espiritual que supone tender sincera y hondamente a la verdad, por un lado, y hallarse, por otro, severamente limitado por los muros de una prisión en la que uno mismo se ha encerrado, y que no es otra que la percepción del mundo exclusivamente a través del prisma de su desencantamiento, convertido en dogma supremo de la Modernidad.

Pero ¿qué es, a fin de cuentas, ese famoso desencantamiento del mundo? Consiste, para decirlo en breves palabras, en la convicción de que la consciencia es ajena a la sustancia básica del universo, y de que, en consecuencia, éste es ciego, sordo, mudo…, en suma totalmente a-consciente y carente por completo de propósito (el cual, obviamente, sólo puede existir para alguna forma de consciencia).

Es, pues, esta idea profundamente asumida, de un mundo desencantado, la que caracteriza al hombre moderno, por encima de todo. Pero a la vista de los callejones sin salida, teóricos y prácticos, en los que dicho hombre se debate hoy, Tarnas –con mayor contundencia en su segundo libro, Cosmos y Psique (traducción española, Atalanta 2008)– se atreve a negar la mayor, y sugiere que tal vez el error está precisamente ahí.

¿Carece realmente de alma la Naturaleza? No deja de ser un dogma de la modernidad. Como anteriormente lo fue también, seguramente, la afirmación contraria, que asumió el Neoplatonismo y antes casi toda la filosofía de la Antigüedad, por no hablar de Oriente. Pero ¿se cuenta acaso con bases objetivas para posicionarse en contra o a favor del Alma del Mundo? (ya que tal es la fórmula, de tradición multisecular, que sintetiza lo que está en discusión). Indicios no faltan.

Argumentos contrarios

Veamos en primer lugar los que apuntan en contra:

1. El mundo físico macroscópico funciona claramente como un mecanismo gobernado por los principios de causalidad local y de continuidad espaciotemporal.

2. El mundo biológico posee indiscutiblemente una base física que, dada su escala espacial, debe seguir las leyes macroscópicas. Y ninguna energía imponderable, ningún “vitalismo sustancial”, puede ser invocado para explicar su funcionamiento.

3. El psiquismo, tanto humano como de los animales superiores, está ligado tan estrechamente a la dinámica neurológica que no cabe hablar de “alma” fuera del cerebro.

Estos tres indicios racionales han bastado para dar por zanjada la cuestión del Alma del Mundo, e incluso la del alma a secas, durante los últimos dos siglos. Y sin embargo…

4. En el mundo submicroscópico no se aplican los principios de causalidad local y de continuidad. Esto ha llevado a algunos físicos (minoritarios) a plantear que quizás la expresión misma “mecánica cuántica” sea inadecuada, desde el momento que resulta irreconocible como tal mecánica.

5. La no-localidad cuántica, en particular, está llena de consecuencias relevantes para la cuestión planteada. El fenómeno principal –aunque no el único– en el que se manifiesta es el “entrelazamiento” (entaglement) de las partículas que tienen un origen común o que, en algún momento, han integrado un mismo sistema. Para ellas el espacio intermedio parece no existir a efectos de transmisión de información (pero no de energía, cuyos “gránulos cuánticos” no pueden superar la velocidad de la luz). Surge, pues, la novedosa noción de una transmisión de información sin señales portadoras e instantánea.

6. La noción de neguentropía (o “entropía negativa”) pasa a ser al mismo tiempo el fundamento de la información (con la que de hecho se identifica) y de la vida o del nivel biológico. La neguentrópica “vida orgánica” no es sino materia altamente in-formada.

7. El “problema (científico y filosófico) de la consciencia” está lejos de haberse resuelto, pero se han producido avances. Resultados recientes indican que es una función neural holística y no localizada en un área cerebral concreta. Además, la idea de que sus manifestaciones superiores, vía entidades biológicas, precisan de alguna clase de coherencia cuántica (hipótesis Penrose-Hameroff) está ganando terreno.

Acontecimientos sincronísticos

Pero Tarnas no argumenta en base a estos temas, sino que se centra en una fenomenología que la mayoría de los científicos no admite pero que, en su opinión, no puede ser ignorada. Se trata de los acontecimientos sincronisticos, puestos de relieve por Carl-Gustav Jung y que el psicólogo-filósofo suizo estudió en colaboración con Wolfgang Pauli. La debilidad de la temática de la SINCRONICIDAD, de acuerdo al punto de vista de la ciencia, está en la no reproducibilidad a voluntad de este tipo de fenómenos (lo que la sitúa al margen del método científico…, sin que ello baste para concluir categóricamente que no existe).

Y su fortaleza reside en lo extendido de la impresión de haber vivido personalmente, en uno u otro momento, sucesos de este género. Es muy posible que el éxito editorial de Paulo Coelho se base, mucho más que en sus méritos literarios, en haberse convertido en el máximo defensor de la realidad de las “señales” (o sucesos sincronísticos), que no estarían reservadas para unos cuantos elegidos, sino a la democrática disposición de todo el mundo.

Pocas personas, a estas alturas, no habrán oido hablar nunca de “sincronicidades”. Para esos pocos, y para quienes no posean más que una información somera –y tal vez sesgada– al respecto, aclaremos que se trata de casualidades. Simples casualidades (en ningún caso “milagros”, “hechos paranormales” ni nada por el estilo) pero eso sí, portadoras o incluso creadoras de sentido para aquél que las vive. Incluso en algunos casos (que, en la forma extrema que adopta el que estamos a punto de contar, desde luego no son frecuentes, pero que genéricamente no son, ni mucho menos, raros) su ocurrencia cambia la vida o el rumbo de los individuos que las experimentan.

Tal fue lo que sucedió a la paciente de Jung que protagonizó la célebre anécdota del escarabajo dorado referida por el psicoanalista y que recoge Tarnas:

El problema de la sincronicidad me preocupa desde hace mucho tiempo, sobre todo desde que mis investigaciones sobre los fenómenos relacionados con el Inconsciente colectivo me hicieron tropezar una y otra vez con conexiones que ya no me era posible seguir explicando como meras acumulaciones de acontecimientos. Tratábase de “coincidencias”, pero tan significativamente conexas que su ocurrencia puramente “casual” representaba una improbabilidad que sólo podría expresarse mediante una magnitud inconmensurable. Citaré como ejemplo un caso de mi propia observación: una joven paciente tuvo, en un momento decisivo del tratamiento, un sueño durante el cual se le regalaba un escarabajo de oro. Mientras ella me relataba el sueño estaba yo sentado de espaldas a una ventana cerrada. De repente percibí detrás de mí un ruido, como si algo golpeara suavemente contra el cristal. Volviéndome, advertí que un insecto había chocado con éste desde fuera…, abrí la ventana y lo cacé al vuelo. Era la analogía más próxima de un escarabajo de oro que cabe encontrar en nuestras latitudes, una cetonia aurata, que evidentemente se había sentido impulsada –en contra de sus hábitos comunes– a penetrar en una habitación que en ese preciso momento estaba oscura. Debo admitir que ni antes ni después me ha sucedido un caso semejante.(…).

En este caso parece existir un fundamento arquetípico del acontecimiento sincronístico. Se trataba de un tratamiento extraordinariamente difícil, en el que, hasta el sueño en cuestión, no se había obtenido progreso alguno. La causa principal de ello residía en que mi paciente había sido educada en la filosofía cartesiana y se hallaba aferrada de tal manera a su rígido concepto de la realidad que ni los esfuerzos de tres médicos psiquiatras (yo era el tercero) habían podido ablandarla. Hacía falta evidentemente un acontecimiento “irracional”, y cuando el escarabajo llegó volando, el ser profundo de la paciente pudo romper la coraza. [siguen diversas consideraciones sobre el significado del escarabajo en la religión egipcia antigua]. (C.G. Jung, La interpretación de la naturaleza y de la psique, Paidós, pp. 30-31).

Se trató aquí evidentemente de una casualidad, no de ninguna clase magia, cosa que, por otra parte, jamás fue sugerida ni por Jung ni por Pauli. Lo que está en juego es otra cosa: ¿son determinadas casualidades de apariencia extraordinaria –o simplemente chocante– portadoras o generadoras de sentido para los individuos que las viven? Planteada así la cuestión, puede parecer absurda; pero sólo si se parte de una convicción previa, la misma que constituye el dogma central de la mentalidad moderna: que el universo es no-orgánico y ajeno, por ello, a la conciencia, que la organicidad se limita al segmento ínfimo que representa la vida biológica, mientras que la conciencia sólo está presente en el dominio todavía mucho más reducido de la vida humana.

Convicción cuestionada

Ahora bien, es justamente esta convicción la que está en entredicho.

Un acontecimiento exterior, vivido obviamente por alguien, por un cierto sujeto humano (y como tal, un dato fenoménico), se da en coincidencia con una determinada expectativa, o mejor, demanda de sentido, proyectada por ese ser humano; y el resultado es una eclosión de sentido surgida en respuesta a dicha demanda. Esta descripción, la más ajustada que he podido encontrar, de la sicronicidad jungiana, implica tres asunciones indudablemente fuertes.

La primera, que la conciencia (lo que hace que signifiquen algo palabras como “yo”, “tú”, “nosotros”, “felicidad”, “sufrimiento”, “amor” y… “significado”) no es algo periférico y prescindible en una concepción consistente del mundo, sino central e imprescindible. La segunda, que “lo noético” (no necesariamente focalizado en un yo autoconsciente: recuérdese la concepción general del inconsciente, y la específicamente jungiana del inconsciente colectivo) puede constituir el basamento de la Realidad.

Esto, que de paso podría explicar algunas paradojas cuánticas y proporcionar una mayor coherencia a las teorías del origen de la conciencia que apuntan a dicho territorio de la Física, converge con el monismo del Unus Mundus. En esta fórmula, recuperada por Jung hacia el final de su vida, se reencuentran el Uno neoplatónico y parmenidiano, el Brahman del hinduísmo y la Sustancia de Spinoza. La tercera asunción es que las dos anteriores, en vez de limitarse a lo puramente abstracto, despliegan consecuencias fenoménicas. Entre ellas, destacadamente, las sincronicidades.

Pero si el universo es orgánico-holístico e incluye como propiedades intrínsecas la conciencia y la informacion (Susceptible, esta última, de ser transmitida a cualquier punto focal del cosmos, por caminos en los que el áleas sólo es la condición que excluye el funcionamiento mecánico-determinista), entonces, cambiando de registro lingüístico pero sin apartarse ni un ápice del fondo de la cuestión, cabe entender que el universo “tiene alma”, y la fórmula ALMA DEL MUNDO queda de nuevo justificada, tal como sostiene Tarnas.

Una fórmula que no repugnaba en absoluto al teólogo platonizante francés Pierre Abélard quien, en el París del siglo XII, defendía la identidad del Espíritu Santo y el Alma del Mundo, sin que ello le procurase más sinsabores que una leve reprimenda (es muy probable que cuatro siglos después, las consecuencias para él hubiesen sido mucho más graves).

Una fórmula que no podía repugnar tampoco a Francisco de Asís, y que no era extraña a las concepciones del mundo de Giordano Bruno, Kepler y los filósofos del Romanticismo. Pero que sí era susceptible de contrariar, y mucho, el pan-mercantilismo en ascenso, de manera análoga a como la existencia de poblaciones aborígenes (cuya percepción de la Naturaleza “casualmente” era muy similar) estorbaba, en Norteamérica y en otras partes, la expansión del civilizado hombre blanco.

José Luis San Miguel de Pablos, doctor en Geología, Universidad Comillas, Madrid.

Fuente: Tendencias21

La Vida Después de la Muerte es Inevitable

Científico afirma que la física cuántica demuestra que la muerte no es real

Mientras a la mayoría de las sociedades se les explican los misterios que nos rodean invocando a un dios o un grupo de dioses, un número de científicos trabajan para ofrecer respuestas objetivas sobre la infinitud del espacio y sobre la maquinaria interna del átomo.

Robert Lanza es un científico de renombre mundial que ha abarcado muchos campos y una de las mentes más brillantes de nuestro tiempo; su teoría del biocentrismo está en sintonía con las tradiciones más antiguas del mundo. Su «nueva teoría del Universo» tiene en cuenta «todos los conocimientos que hemos adquirido durante los últimos siglos».

Robert Lanza afirma que según la teoría del Biocentrismo la muerte es una ilusión. La vida crea el universo, y no al revés. El espacio y el tiempo no existen en la forma lineal que pensamos que lo hace; y si el espacio y el tiempo no son lineales, entonces la muerte no puede existir en el ‘sentido real’.

Robert Lanza afirma que tiene pruebas para confirmar la existencia más allá de la tumba y se encuentran en la física cuántica; el biocentrismo muestra que la muerte tal como la conocemos es una ilusión creada por nuestra conciencia.

Lanza dice que como seres humanos creemos en la muerte, porque «nos han enseñado que morimos», y nuestra conciencia asocia la vida con el cuerpo biológico.

El Biocentrismo es clasificado como una teoría del todo y viene de la palabras griegas «vida’ y ‘centro». Es la creencia de que la vida y la biología son centrales a la realidad y que la vida crea el universo, y no al revés.

Lanza utiliza el ejemplo de la forma en que percibimos el mundo que nos rodea. Una persona ve un cielo azul, y se le dice que el color que están viendo es azul, pero las células en el cerebro de una persona podría ser cambiadas para que el cielo pareciese de color verde o rojo.

En un experimento, cuando los científicos ven pasar partículas a través de dos rendijas, la partícula pasa a través de una ranura a la otra. Pero si ninguna persona lo observa, actúan como una onda y puede ir a través de las dos rendijas al mismo tiempo. Esto demuestra que la materia y la energía pueden mostrarse con características de onda o partícula en base a la percepción y la conciencia de una persona. El espacio y el tiempo son meros instrumentos de nuestra mente.

Al observar el universo desde el punto de vista biocéntrico, esto también significa que el espacio y el tiempo no se comportan de la manera dura y rápida que nuestra conciencia nos dicen que lo hacen. En resumen, el espacio y el tiempo son «meros instrumentos de nuestra mente» y esto implica que la idea de la inmortalidad existe en un mundo sin fronteras de espacio y tiempo. Del mismo modo, los físicos teóricos creen que hay infinidad de universos con diferentes variaciones que tienen lugar al mismo tiempo.

Lanza añade que todo lo que posiblemente puede ocurrir está ocurriendo en algún punto en este multiverso y esto significa la muerte no puede existir en «ningún sentido real».

«La idea de que la conciencia crea la realidad tiene soporte cuántico … y también es coherente con algunas de las cosas que la biología y la neurociencia nos está informando sobre las estructuras de nuestro ser», señala Ronald Green, director del Instituto de Ética de la Universidad de Dartmouth, sobre el trabajo de Lanza.

En el siglo XV se afirmaba que si la tierra fuera realmente redonda, entonces la gente de la parte inferior se caerían. El Biocentrismo revoluciona la visión del mundo, volviendo el planeta «patas arriba» otra vez con la visión revolucionaria de que la vida crea el universo en lugar de al revés. Al mismo tiempo, estos hallazgos han aumentado la duda y la incertidumbre acerca de explicaciones físicas tradicionales de la génesis y la estructura del universo.

Robert Lanza es director científico de la compañía Advanced Cell Technology (ACT) y Profesor Adjunto en el Instituto de Medicina Regenerativa de la Universidad de Wake Forest. Ha publicado un libro titulado «Biocentrismo» en dónde detalla sus argumentos tanto de forma convincente como estimulante.

Referencia: Alazul digital

LA TEORÍA DEL TODO Y SOPHUS LIE

TEORÍA DEL TODO EXCEPCIONALMENTE SIMPLE

SOPHUS LIE

Marius Sophus Lie (pronunciación «li») fue un matemático noruego (17 de diciembre de 1842 – 18 de febrero de 1899) que creó en gran parte la teoría de la simetría contínua, y la aplicó al estudio de la geometría y las ecuaciones diferenciales.

La herramienta principal de Lie, y uno de sus logros más grandes fue el descubrimiento que los grupos continuos de transformación (ahora llamados grupos de Lie), podían ser entendidos mejor «linealizándolos», y estudiando los correspondientes campos vectoriales generadores (los, así llamados, generadores infinitesimales). Los generadores obedecen una versión linealizada de la ley del grupo llamada el corchete o conmutador, y tienen la estructura de lo que hoy, en honor suyo, llamamos un álgebra de Lie.

El grupo Lie más complicado, denominado E8, es un objeto de 248 dimensiones que describe una estructura de 57 dimensiones que fue conceptualizada y diseñada por un equipo de 18 matemáticos en cuatro años de trabajo, culminando a principios de 2007. Para ello utilizaron una Super Computadora de la Universidad de Washington denominada Sage, de 64 Gigabytes de memoria RAM, para poder alojar en memoria la matriz de resolución.

Fuente: wikipedia

BELLÍSIMO E8

TEORÍA 1: Boson de higgs = graviton

Sophus Lie fue un matemático noruego que vivió en la segunda mitad del siglo XIX. Creó en gran parte la teoría de la simetría continua y la aplicó al estudio de las estructuras geométricas y las ecuaciones diferenciales.

La herramienta principal de Lie y uno de sus logros más grandes fue el descubrimiento que los grupos continuos de transformación (ahora llamados grupos de Lie) podían ser entendidos mejor linealizándolos y estudiando los correspondientes campos vectoriales generadores. Los generadores obedecen una versión linealizada de la ley del grupo llamada el corchete o conmutador, y tienen la estructura de lo que hoy, en honor suyo, llamamos un álgebra de Lie.

Se puede decir que un grupo de Lie es una estructura algebraica cuyos elementos forman una variedad y tal que la operación mantiene las propiedades de esa variedad. Es un concepto ya relativamente complejo (a mí ya se me empieza a escapar) y con aplicaciones, por ejemplo, en la teoría de cuerdas.

Pues la noticia va sobre estos grupos de Lie. En particular sobre el que tiene la estructura más complicada de todos ellos: E8 (ya actualizada). Hasta ahora no se conocía su estructura completa y ahora un grupo de matemáticos del American Institute of Mathematics han conseguido describirla completamente. Básicamente podemos decir que han resuelto un problema que permanecía sin solución desde hace más de 100 años.

El principal problema que se había tenido hasta ahora era la capacidad de cálculo de los ordenadores. Esta estructura posee 248 dimensiones. Toda la información que se ha necesitado y generado para resolver el problema ocupa alrededor de 60 Gigabytes y según uno de los integrantes del grupo: “después de comprender las matemáticas subyacentes tardamos unos 2 años en implementarlo en un ordenador”.

Más concretamente lo que se ha hecho es calcular la tabla de caracteres de E8. Esa tabla es básicamente una matriz que podemos calcular a través de teoría de representación del grupo y que contiene toda la información acerca del mismo. David Vogan, uno de los integrantes del grupo de investigación, está presentando los resultados con unas conferencias tituladas The Character Table for E8, or How We Wrote Down a 453,060 x 453,060 Matrix and Found Happiness, que traducido sería algo así: La Tabla de Caracteres de E8 o cómo escribimos una matriz de 453060 x 453060 y encontramos la felicidad. Para que os hagáis una pequeña idea de la dificultad del tema esa matriz tiene 205263363600 entradas.

Después de la solución de la conjetura de Poincaré y la falsa alarma sobre la resolución de las ecuaciones de Navier-Stokes aquí tenemos otro problema difícil y complicado que encuentra su solución. Uno menos…

Fuente: Gaussianos

VIAJES A TRAVÉS DEL ESPACIO-TIEMPO

Stephen Hawking quiere viajar al espacio

El científico británico Stephen Hawking, de 71 años y aquejado desde hace décadas por una enfermedad degenerativa, ha señalado su intención de viajar al espacio, para lo que considera que su condición física no sería un impedimento.

La entrada Stephen Hawking quiere viajar al espacio aparece primero en EFE futuro.

En una inusual aparición pública, el autor de la teoría del “Big Bang”, director del centro de investigación cosmológica de Cambridge (Inglaterra), acudió ayer en Londres a un acto en apoyo de la asociación “Breathe On UK”, que asiste a familias de niños enfermos que, como él, reciben ventilación mecánica de larga duración.

En su intervención, la primera tras muchos meses en los que ha estado apartado de la esfera pública, el científico explicó que recibir este tratamiento en el último año y medio no ha modificado su estilo de vida y no le impide seguir con su vida, informa hoy el diario “Daily Telegraph”.

“Desde que tengo ventilación he ido a Bruselas, la Isla de Man, Ginebra, Canadá, he estado dos veces en California y espero ir al espacio con los vuelos de Virgin Galactic de Richard Branson”, declaró ante los asistentes, ayudado del ordenador que habla por él.

Branson, propietario del grupo Virgin, y sus dos hijos serán los primeros pasajeros de estos vuelos turísticos al espacio que empezarán a operar en principio a finales de año, después de varios retrasos.
Hawking permanece postrado en una silla de ruedas desde la década de los años 60, cuando desarrolló esclerosis lateral amiotrófica (ELA), una enfermedad motoneural degenerativa que lo dejó completamente paralizado pero que no frenó su actividad académica.

En 2007 experimentó el estado de gravedad cero en un vuelo especial, algo que despertó su interés por el espacio.
Ante la audiencia de “Breathe On Uk”, el científico desglosó las facilidades de la ventilación mecánica que le asiste desde hace 18 meses, cuando su salud empeoró.

“Es una pequeña caja que encaja fácilmente en la silla de ruedas. Tiene una batería interna y también puedes añadirle algunas externas. Es posible tener calidad de vida con ventilación”, aseguró a los padres de los niños enfermos. EFE

Fuente: Tendencias21

INGENIERÍA EXTRATERRESTRE

Ingeniería Inversa

Nos acercamos al encuentro con formas de vida fuera de la Tierra

Científicos convocados por la Royal Society de Londres señalan que debemos prepararnos para este descubrimiento

Las formas de vida extraterrestre serán detectadas muy pronto gracias a las tecnologías disponibles, por lo que tenemos que estar preparados para las consecuencias de este hallazgo. Ésta es una de las conclusiones a la que han llegado científicos y astrónomos de todo el mundo, reunidos recientemente en un encuentro de la Royal Society de Londres, para discutir cuestiones relacionadas con la vida alienígena. Sus argumentos, aunque parecen sacados de la ciencia ficción, en realidad tienen una base científica y tecnológica. Por Yaiza Martínez.

El pasado 25 y 26 de enero se celebró una conferencia en la Royal Society de Londres en la que se discutieron cuestiones relacionadas con la existencia de vida en otros planetas.

¿Qué aspecto tendrán los extraterrestres si los encontramos?, ¿Se encontrarán formas de vida similares a la nuestra en el espacio exterior o, por el contrario, estas formas de vida serán más parecidas a las que nos ha mostrado en incontables ocasiones la ciencia ficción?, fueron algunas de esas cuestiones.

Bajo el nombre de “The detection of extra-terrestrial life and the consequences for science and society” (La detección de vida extraterrestre y sus consecuencias para la ciencia y la sociedad), la conferencia reunió a los principales astrónomos y científicos de todo el mundo, que intentaron dilucidar, además, qué pasará realmente cuando el ser humano encuentre señales de vida en otros planetas.

Muy cerca

El hallazgo de vida extraterrestre no es una posibilidad remota, aseguran los científicos. Los astrónomos son ya capaces de detectar planetas orbitando alrededor de estrellas lejanas, y en los que podrían existir formas de vida.

Las generaciones que actualmente poblamos la Tierra llegaremos a ver la detección de señales de vida extraterrestre en alguna parte del Universo, aseguran los expertos. ¿Qué pasaría si esto sucediera?

En un comunicado publicado por la Universidad St. Andrews se explica que, ahora más que nunca, la humanidad tiene que prepararse para las consecuencias de un posible encuentro con formas de vida alienígenas.

Según declaró en la conferencia Martin Dominik, de la Escuela de Física y Astronomía de dicha universidad, los rápidos avances alcanzados en las tecnologías de exploración espacial hacen que esta posibilidad sea una posibilidad real.

Dominik afirma: “podría ser que no estuviéramos solos en el universo, lo que afectaría radicalmente la forma en que la humanidad se comprende a sí misma. Tenemos que estar preparados para las consecuencias”.

Técnica clave

Dominik es pionero en la exploración planetaria. De hecho, en 2006, él y su colaborador, Keith Horne, descubrieron el planeta más parecido a la Tierra de los encontrados hasta el momento.

Bautizado como “ OGLE-2005- BLG-390Lb”, este planeta tiene una masa cinco veces mayor que la de la Tierra, y se encuentra a unos 20.000 años luz de distancia, cerca del centro de la Vía Láctea, orbitando alrededor de una estrella más pequeña que el Sol.

Según explicó en 2006 la Universidad St.Andrews en un artículo, este planeta es demasiado frío para contener vida, pero fue encontrado con una técnica denominada de microlente gravitacional, que permite detectar objetos de la masa de un planeta o de la masa de una estrella, independientemente de la luz que éstos emitan.

El hallazgo del OGLE-2005- BLG-390Lb con esta técnica supuso un resultado innovador, clave para la búsqueda posterior de formas de vida extraterrestre.

Alienígenas inteligentes

Por otra parte, en la conferencia de la Royal Society, Lord Rees, Presidente de la Royal Society y Astrónomo Real, afirmó que el descubrimiento de vida extraterrestre podría cambiar a la humanidad para siempre, alterando la visión que tenemos de nosotros mismos y de nuestro lugar en el cosmos.

Según Rees, la tecnología de que se dispone está ya tan avanzada que no sólo podremos detectar planetas no mayores que la Tierra orbitando alrededor de otras estrellas, sino que también seremos capaces de saber si estos planetas tienen continentes y océanos o el tipo de atmósfera que los rodea.

Rees añadió que, si se encontrara alguna forma de vida alienígena, incluso una forma muy simple, en cualquier lugar, nos enfrentaríamos a uno de los mayores descubrimientos del siglo XXI.

El científico señaló tener la sospecha de que hay vida e inteligencia en otros lugares del universo, en formas que nos resultan inconcebibles. Incluso, podría haber formas de inteligencia superiores en capacidad a la inteligencia humana, tan alejadas de ésta como nosotros lo estamos de un chimpancé.

Proyecto SETI

En otra intervención de la conferencia, el profesor Paul Davies, de la Universidad de Arizona, explicó el estado actual y futuro del proyecto SETI, señalando que se necesitan más esfuerzos y flexibilidad para cuestionar las ideas existentes sobre qué forma podría tomar una inteligencia alienígena, cómo podría intentar un ser inteligente extraterrestre contactar con los humanos, y cómo podríamos responder si alguna vez este contacto se produce.

SETI es el acrónimo del inglés Search for ExtraTerrestrial Intelligence, o Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre, un proyecto con el se intenta desde hace 15 años encontrar vida extraterrestre inteligente, ya sea por medio del análisis de señales electromagnéticas capturadas en distintos radiotelescopios, o bien enviando mensajes de distintas naturalezas al espacio con la esperanza de que alguno de ellos sea contestado.

Hasta la fecha, no se ha detectado ninguna señal de claro origen extraterrestre, sin incluir la todavía sin definir Señal WOW!. nombre que se le dio a una captación de radio que podría ser el único mensaje recibido hasta la fecha procedente de seres inteligentes alienígenas.

Esta señal fue registrada el 15 de agosto de 1977 por el radiotelescopio Big Ear, y procedía de la zona oeste de la constelación de Sagitario.

Otras técnicas novedosas

En Tendencias21 hemos hablado en otras ocasiones de las tecnologías emergentes en la búsqueda de vida extraterrestre. Por ejemplo, el pasado mes de abril se hizo público que un equipo de investigadores norteamericanos había ideado un novedoso sistema que, basado en el análisis de la “quiralidad” de las moléculas (propiedad que permite saber en qué dirección reflejan éstas la luz), podría introducirse en un futuro en un telescopio gigante o en una sonda espacial para rastrear planetas lejanos para tratar de encontrar “marcas” moleculares que revelen la presencia de vida en dichos planetas.

Por otra parte, el pasado mes de octubre, científicos canadienses revelaron que habían creado un microscopio robusto y sencillo llamado DIHM, destinado a investigar formas de vida extraterrestres en misiones espaciales. En ellas DIHM podría dedicarse a registrar imágenes de cualquier objeto que midiese como mínimo 100 micrómetros.

Por último, en septiembre de 2009, supimos que un equipo de investigadores de la Open University del Reino Unido están creando una nueva ecuación con la que se podrá cuantificar matemáticamente el potencial de un hábitat determinado para albergar vida.

Este “índice de habitabilidad” ayudará a determinar qué lugares de nuestra galaxia podrían ser entornos habitables, es decir, qué planetas disfrutarían de la presencia de un solvente (como el agua), tendrían materiales posiblemente orgánicos, unas condiciones generales benignas y algún tipo de recurso energético.

Fuente: Tendencias21

UN SALTO CUÁNTICO

Mas allá del Cosmos – Un Salto Cuántico

EL ENIGMA CUÁNTICO

El enigma del papel de la conciencia en la realidad cuántica sigue vigente.

Desde la revolución cuántica, la Física apunta a transformarse en una Ontología científica

Desde que, hacia 1930, nació la sospecha de que el observador consciente jugaba un papel en la definición de la realidad cuántica, la comunidad de los físicos ha estado oscilando entre (minoritariamente) atreverse a transgredir el materialismo oficial, aunque sin aportar una argumentación metacientífica –es decir, filosófica– lo sufucientemente sólida, y (mayoritariamente) esconder el problema, el “enigma cuántico”, debajo de la alfombra. Cuando se cumple un año de la publicación por Tusquets de la traducción española de «Quantum enigma. Physics encounters consciousness», de Bruce Rosenblum y Fred Kuttner, en necesario ahondar en las consecuencias ontológicas de las paradojas del mundo subatómico. Por José Luis San Miguel de Pablos.
Se ha cumplido un año de la publicación por Tusquets de la traducción española de Quantum enigma. Physics encounters consciousness, de Bruce Rosenblum y Fred Kuttner. Estos dos autores –físicos de la máxima cualificación que trabajan en la Universidad de California– han decidido romper el acuerdo tácito existente en la comunidad de los científicos cuánticos, de no ahondar en las consecuencias ontológicas (y no sólo “a todos los efectos prácticos”) de las paradojas del mundo subatómico.

Aunque el enigma cuántico ha ocupado a los físicos durante ocho décadas, sigue sin estar resuelto. Puede que nuestra formación y nuestro talento como físicos no nos conviertan en profesionales especialmente cualificados para su comprensión. Por eso, aunque nos cueste, debemos abordar el problema con modestia.

La interpretación de lo que ocurre en la frontera donde la física sólida se difumina es objeto de debate entre los físicos que la han abordado en serio… Y es innegable que la física se ha encontrado con la conciencia. Según las interpretaciones más al uso, dicho encuentro no tiene por qué convertirse en una relación. No obstante, ninguna interpretación lo evita.

Así lo expresó el premio Nobel Eugene Wigner: “Cuando el dominio de la teoría física se amplió para abarcar los fenómenos microscópicos mediante la formulación de la mecánica cuántica, el concepto de conciencia saltó de nuevo a la palestra. No era posible formular las leyes de la mecánica cuántica de manera plenamente consistente sin ninguna referencia a la conciencia.”

Aun así, el estamento físico no acepta que el estudio de la conciencia misma esté entre sus competencias. Y con buen criterio. La conciencia está demasiado mal definida, demasiado sesgada emocionalmente. No es de la clase de cosas de que nos ocupamos los físicos. Pero la discusión de la relación entre mecánica cuántica y conciencia es ineludible. (El enigma cuántico, p. 19)

Estudio de la conciencia desde la física

Acerca del enigma a que se refieren Rosenblum y Kuttner casi todo el mundo “ha oído campanas”… como si se tratara de un secreto de familia que nadie puede impedir que salga a la luz, por más que se le intente silenciar o quitarle importancia. De lo que, en definitiva, se trata es de las implicaciones del célebre papel del observador en la definición de los modos de realidad física (¿onda o partícula?) o hasta de la realidad objetiva misma (colapso observacional).

A partir de ahí, los autores insisten en que el encuentro con nuestra dimensión subjetiva, con la conciencia –o mejor, consciencia– es de todo punto ineludible en física cuántica. Los sorprendentes experimentos que se proponen y realizan para verificar sus postulados no dejan escapatoria: “nosotros”, los observadores conscientes, somos decisivos en orden a la definición de lo que es real a nivel cuántico. Y la interpretación-actitud de Copenhague no pasa de ser, aseguran, un intento voluntarista de contornear un problema que es altamente perturbador a la hora de conducir investigaciones orientadas a objetivos prácticos.

Ahora bien, la frase arreglalotodo “funciona y basta” deja de tener sentido una vez que los efectos cuánticos más alucinantes (superposición de estados, entrelazamiento, indescernibilidad ontológica en el condensado Bose-Einstein…) se ponen de manifiesto también a escala macroscópica.

Productos mediáticos como la película ¿Y tú qué sabes? han sido negativos para el desbloqueo del “tema prohibido” que se aborda en el libro. Porque si bien pudo llamar superficialmente la atención del público, la ínfima calidad del film y el batiburrillo de ideas delirantes que contiene han contribuido, más que nada, a reforzar los prejuicios. Muy diferente es el caso de obras de calidad, como El Tao de la Física, de Fritjof Capra, o «Física y Vedanta», del profesor Charan Panda (Universidad de Orissa, India), libro este último cuya traducción española acaba de publicar Etnos y que he tenido el placer de llevar a cabo.

La falsa solución de la decoherencia

La penúltima moda supuestamente resolutoria (o más bien “disolutoria”) del enigma, la basada en la decoherencia, no es un hallazgo tan brillante como algunos creen.

Quienes piensan que las interferencias múltiples de las realidades del nivel cuántico con las del mundo macroscópico bastan para operar la reducción de lo indefinido a definido y de lo ubicuo a localizado, no tienen en cuenta dos cosas: 1) que al final de toda cadena de interacciones (con el instrumental y sus partes, etc.) siempre hay alguien observando… Los contadores Geiger y demás aparatos no son ojos, sino dispositivos artificiales que se limitan a extender la potencia de los ojos auténticos, los cuales –conviene recordarlo– no son, a su vez, nada más que unos delicados dispositivos naturales que transmiten imágenes al foco de consciencia del individuo, que es lo que verdaderamente ve.

Y 2) que las interacciones múltiples que originan, se supone, la reducción al nivel clásico por decoherencia, no pueden ser causaciones clásicas -es decir, “influencias” y “rozamientos” varios -como algunos autores parecen querer dar a entender- sino que tendrían que ser necesariamente condicionamientos cuánticos, esto es, observaciones, o quizá nociones de presencia, mucho más básicas que lo que entendemos por “observación” (dicho en otras palabras, la solución a la famosa paradoja del gato de Schrödinger podría ser que el propio gato, con su noción gatuna del entorno, fuese el que redujera la superposición de estados a uno solo, mucho antes de que el físico “cartesiano” se dignase abrir la caja).

“El papel de la consciencia -insisten los autores de El enigma cuántico- es imposible de suprimir ni de obviar en el nivel cuántico. Es justamente en esto en lo que consiste el enigma.” Pues bien, después de leer y releer este libro, y de haber traducido Física y Vedanta (cuyo título original es Maya in Physics una idea se me ha ido imponiendo, una idea tenaz que razonablemente no puedo rechazar y que deseo compartir.

Ubicua consciencia

¿Y si la consciencia no fuese algo excepcional –esa “rara emergencia”…– sino realidad ubicua? ¿Y si esa extraña “propiedad” de los organismos superiores, no fuese eso exactamente, sino una dimensión cósmica que centra o focaliza el “órgano mágico” llamado cerebro?

Esta idea no es, por lo demás, original en absoluto. Me la he estado encontrando, negro sobre blanco, todo el tiempo que he estado traduciendo Maya in Physics. Es de hecho una convicción que asumen, hoy en día, millones de personas: todos los seguidores de la corriente más metafísica del hinduísmo. Y la hizo suya, por cierto, Erwin Schrödinger.

El misterio de la consciencia es, en efecto –y a esto se refieren también Rosenblum y Kuttner – inseparable del enigma cuántico, por distintas que sean las dos cosas. Y hasta es posible que si alguien supiera definir rigurosamente la consciencia, el enigma cuántico se desvanecería. Pero… viviéndola nadie sabe definirla. Sí que se ha logrado, al menos, formular de manera clara el problema fuerte que su misma existencia y su “producción” por el cerebro plantean.

Lo ha hecho David Chalmers, que sigue profundizando incansablemente en el tema y lanzando interesantes propuestas desde el Consciousness Center de la Universidad Nacional de Australia, que él dirige. Y nos lo ha recordado hace pocas semanas la neuróloga británica Susan Greenfield en una entrevista diario La Vanguardia (La Contra, 22/06/2011):

El gran misterio es: ¿cómo ese pedazo de carne que es el cerebro consigue generar consciencia? Ni siquiera somos capaces de imaginar qué esperamos obtener como respuesta a esta pregunta… ¿una fórmula? ¿una imagen? No sabemos. Ni idea.

La concepción de lo Divino impersonal en la corriente hindú Advaita es pertinente en relación a esta cuestión, aparte de ser -reconozcámoslo- impresionante en su escueta sencillez. Dice Charan Panda:

La Vedanta afirma que Brahman es Conciencia Pura. ¿Es la conciencia un atributo de Brahman? (…) La Vedanta Advaita no acepta en absoluto semejante idea. Un atributo es algo que posee un objeto, y no puede haber atributo sin objeto que lo posea. Esto es verdad para cualquier cosa que haya sido producida, pero deja de serlo cuando se trata de la Realidad primaria y fundamental. La Vedanta Advaita afirma que Brahman es Conciencia Pura y que no es ningún objeto que posee un cierto atributo, para el caso, la conciencia. (pp. 266-267)

Y un poco más adelante:

Manu opina que la existencia de Brahman no puede ser demostrada por caminos lógicos, y que, en este sentido, Brahman es incognoscible (avijñaya). (…) Y sin embargo, las escrituras sagradas hindúes nos señalan que sí es posible conocer a Brahman. La posibilidad de conocer algo (lógicamente) incognoscible parece una absoluta contradicción, pero no lo es.

El fondo de uno mismo es Brahman. Y no hay nada más que ese fondo absoluto de uno mismo, el ser de Sí Mismo. Y el ser propio, es decir, Uno Mismo, es experimentado, vivido, sin mediación alguna. Se trata, pues, de “experiencia inmediata”. Brahman es… Uno Mismo, esa conciencia (absoluta) de la que cada individuo tiene experiencia directa, ¡sin mediaciones que valgan! (pp. 275-276)

Transgredir el materialismo oficial

Desde que, hacia 1930, nació la sospecha de que el observador consciente jugaba un papel en la definición de la realidad cuántica , la comunidad de los físicos ha estado oscilando entre (minoritariamente) atreverse a transgredir el materialismo oficial, aunque sin aportar una argumentación metacientífica –es decir, filosófica– lo sufucientemente sólida, y (mayoritariamente) barrer el problema, el enigma cuántico, debajo de la alfombra.

“La consciencia en cuanto tal no es un tema de la competencia de los físicos”, dicen Rosenblum y Kuttner. Tienen razón. Pero su mismo libro nos demuestra que los físicos no son –y además no es deseable que sean– sólo físicos. Y nos empuja a defender con el máximo vigor la necesidad de los investigadores transdisciplinares, unos “especialistas” que si no existen ya en mayor número y juegan ya un mayor papel es simplemente porque el Mercado (“los mercados”) no los valora. O más bien los valora negativamente, siendo así que su presencia social relevante contribuiría grandemente a cuestionarlo y a debilitar su poder… Pero dejemos este tema, que es desde luego harina de otro costal.

¿Qué podrían aportar los noólogos a la resolución del enigma cuántico? Antes de esbozar cualquier respuesta, digamos que debe ser por una buena razón por la que la física del nivél básico, la cuántica, nos da este “pequeño aviso” referente a la consciencia. Algo tendremos que entender por ese lado… Como que la metodología de la aproximación cognitiva a la consciencia no puede ser la misma que la que, históricamente, ha suministrado la física a las ciencias “objetivas”, y sobre cuya base se ha construido el método científico.

Lo inmediato no puede ser conocido del mismo modo que lo que necesita mediación, y esto explica el azoramiento de los científicos cuando tocan el tema de la consciencia: su estricto monismo metodológico les atenaza, impidiéndoles tratar con naturalidad algo para lo que su método simplemente no sirve.

Como nos recuerda Panda, lo inmediato no se demuestra, dado que cualquier demostración carece entonces de sentido. ¿Se llama esto misticismo? Sí, seguramente… Y es, al final, el único camino válido para tratar con la consciencia, en serio y desde dentro. No objetualizándola, lo que implica perder de vista su esencia (como el científico daltónico que “sabía mucho de los colores” sin haber visto jamás ninguno). Pero se trata de un misticismo rompe-esquemas, “muy normalito”, que consiste simplemente en ver lo que es ser consciente. No en “pensar acerca de ello”, sino sólo en percatarse de esta luz, vivida a cada instante, de… ser. Esta sencila meditación es, por supuesto, a-religiosa. Y no podría ser de otro modo, porque, lejos de la retórica manipuladora con que envuelven el término los confesionalismos, la mística auténtica no es sino un aspecto más de la vida (y de la Vida, claro, también).

Pero, se objetará, el profesor Charan Panda pertenece a una confesión religiosa, el hinduísmo. Es verdad, y él hace gala de ello de la primera a la última página de Física y Vedanta. Conviene tenerlo en cuenta, pero el que sea así no reduce el interés de lo que expone, que se refiere a cómo concibe la relación entre el absoluto-conciencia y el absoluto-divinidad una tradición como la védica, más interiorista que revelacionista. Es como relación de identidad, tal como acabamos de ver.

La Física como Ontología científica

Volviendo al tema del artículo ¿aporta o no algo, finalmente, en el aspecto estrictamente científico, la aproximación directa a la consciencia…, algo que contribuya a esclarecer el enigma cuántico? Pienso que sí. Aporta una certeza fundamental: que la consciencia es. Que es SER. El cógito de Descartes, la meditación cumbre de las Meditaciones, al ser vivenciado y constatado introspectivamente por un gran número de personas, deviene público en cierto modo. Y es, de paso, liberado del superfluo “pienso”, que no hace sino desviar la atención de la auténtica constatación esencial y simplicísima: soy.

Pero ¿en qué puede esto contribuir a desentrañar el enigma cuántico? Veamos… La base última accesible de la fysis ES. Y está, además, indisolublemente entrelazada con algo, la consciencia, que también ES… Un encuentro, pues, con oν (“on”, ser) por dos caminos distintos. Procede, llegados aquí, plantear otra pregunta: ¿y si la Física, mucho más claramente desde la revolución cuántica, apuntara (sin que ni siquera lo sepa la inmensa mayoría de los físicos) a transformarse en Ontología científica, movida a ello por la vocación irrenunciable de esa Philosophia Naturalis que en el fondo siempre ha sido? Ahora bien, si, como decía Aristóteles, el ser es uno pero se dice de muchas maneras, a él se llegará sin duda por diferentes caminos…, dos al menos, con un seguro punto de convergencia: aquel donde –como titulan Rosenblum y Kuttner un capítulo de su libro– “el misterio se encuentra con el enigma”.

Si esta conjetura va bien encaminada, la sorprendente implicación de la “consciencia observante” en la definición de lo que es real en el mundo cuántico –un hecho que constituye justamente el enigma que da título al libro que comentamos– nos estará hablando de la no-escisión del Ser en sujeto (subjetividad) y objeto, a niveles profundos. Algo que intuía Jung al postular la existencia de un UNUS MUNDUS, de un plano-sustrato en el que el “espíritu” y la “materia” no están diferenciados.

Es en ese sentido en el que entiendo que la hipótesis de una “conciencia ubicua” con focalizaciones múltiples, los seres -la intuición paralela, en suma, de Brahman y el Alma del Mundo- puede permitir entender racionalmente -aunque no al modo racionalista- el gran enigma que nos mete, a nosotros mismos, dentro del experimento cuántico.

El presente artículo de José Luis San Miguel de Pablos hace referencia, en primer lugar, al libro El enigma cuántico (Bruce Rosenblum y Fred Kuttner, Tusquets Metatemas, 2011), y secundariamente a Física y Vedanta (Charan Panda, Etnos, 2011). Véase asimismo el capítulo 18 (“El encaje de Nous y Fysis”) del libro del autor «Filosofía de la Naturaleza. La otra mirada» (Kairós, 2010).

Fuente: Tendencias21

UNIVERSO, ESPACIO-TIEMPO

ECOS DEL BIG BANG

LA INFLACIÓN CÓSMICA

EL ESPACIO DE ONCE DIMENSIONES

ENERGÍA OSCURA

EL FUTURO DE LA COSMOLOGÍA

Demuestran que las partículas cuánticas están vinculadas más allá del espacio-tiempo

En el universo todo podría estar influenciado por todo, señalan nuevos resultados teóricos

Uno de los fenómenos más sorprendentes de las partículas subatómicas es que, según las leyes de la física cuántica, se pueden relacionar entre ellas a distancia de manera instantánea o a velocidades superiores a la de la luz. De hecho, existen modelos que explican esta relación a partir de señales que se propagan a velocidades supralumínicas. Un nuevo estudio realizado por un equipo internacional de investigadores ha demostrado que estos modelos son posibles sólo si la velocidad de estas señales es infinita, lo que supone que, en el universo, todo estaría influenciado por todo de manera instantánea, y se perdería la noción de espacio-tiempo. Esta fascinante sugerencia, sin embargo, podría ser desbancada por otros modelos teóricos y debe ser testeada por futuros experimentos, para los que la tecnología aún no está preparada, afirman los científicos. Por Yaiza Martínez.

Uno de los fenómenos más sorprendentes de la física cuántica es la presencia de unas correlaciones entre partículas cuánticas que no pueden ser explicadas desde el punto de vista de la física clásica. Estas correlaciones son denominadas por los científicos como “no-locales”, porque parecen implicar la existencia de influencias instantáneas o, al menos, más rápidas que la luz, entre partículas distantes.

Según ha explicado a Tendencias21 el físico del Instituto de Ciencias Fotónicas (ICFO) de Barcelona, Antonio Acín, en la actualidad, ya existen modelos teóricos que tratan de explicar las correlaciones no-locales entre las partículas subatómicas.

En un artículo publicado recientemente en la revista Nature Physics por Acín y otros investigadores del Centro for Quantum Technolgies (CQT), de Singapur, junto a colaboradores de Suiza y Bélgica, se ha intentado establecer si dichos modelos pueden o no ofrecer una explicación satisfactoria de las correlaciones cuánticas no-locales a partir de influencias no detectables, que viajarían a una velocidad mayor que la de la luz.

Preocupante “acción fantasmal a distancia”

Las predicciones cuánticas desafían la teoría que mejor ha descrito hasta la fecha la naturaleza del espacio y el tiempo: la teoría de la relatividad de Einstein. En ella se establece como límite universal de velocidad la velocidad de la luz: 299.792.458 m/s.

En el artículo de Nature Physics, los científicos estaban interesados en desvelar si esta teoría era violada por las partículas cuánticas o si, por el contrario, se podrían “explicar los fenómenos que observamos (a nivel cuántico) sin sacrificar el sentido de las cosas, que se suceden en el espacio y el tiempo», explica el investigador del CQT y primer autor del trabajo, Jean-Daniel Bancal, en un comunicado del CQT. El cambio viene de que, stricto sensu, la teoría cuántica no viola la teoría de la relatividad.

El propio Einstein fue el primero en alertar sobre las preocupantes implicaciones de lo que él denominó la «acción fantasmal a distancia» o el fenómeno del entrelazamiento cuántico, predicho por la mecánica cuántica.

Este fenómeno implica que las partículas subatómicas, una vez “enredadas” o “entrelazadas” pasan a comportarse como si fueran una sola, incluso después de haber sido separadas (por eso se denomina comportamiento “no-local”). Este hecho viola tanto el concepto de causa-efecto como nuestra comprensión del espacio y el tiempo.

Ocultar para que todo encaje

Acín explica: “De cara a no contradecir la relatividad de Einstein, estas influencias (entre partículas subatómicas, a velocidades supralumínicas) deben permanecer ocultas, en el sentido de que no pueden ser detectadas o manipuladas”.

En caso contrario, es decir, “si se tuviera acceso a ellas, se podrían utilizar para enviar información más rápido que la velocidad de la luz, lo que es imposible en el marco de la teoría de la relatividad. Por lo tanto, los modelos con influencias supra-lumínicas pueden ser una explicación válida de la física cuántica, siempre que se suponga que la influencia queda a un nivel oculto”.

Pero, según los resultados alcanzados por los investigadores en el estudio de los modelos, las cosas no funcionan así: “en el caso de influencias que se propagan a velocidad arbitraria pero no infinita, las influencias no pueden quedar ocultas, si se deben reproducir las correlaciones cuánticas”, afirma Acín.

Esto significa que “si estos modelos son la explicación de las correlaciones cuánticas, sería posible la transmisión de información más rápida que la luz”, es decir, que se violaría la teoría de la relatividad.

El investigador del ICFO concluye que: “Puesto que la mayor parte de los físicos creen que esto es imposible, se prefiere pensar que estos modelos no son válidos”.

Influencias externas al espacio-tiempo

Los hallazgos realizados a partir de los modelos han llevado a Nicolas Gisin, profesor de la Universidad de Ginebra y miembro del mismo equipo de investigadores, a señalar que: “nuestros resultados dan peso a la idea de que las correlaciones cuánticas, de alguna manera, surgen desde fuera del espacio-tiempo”.

Para Acín, estos resultados suponen “que la única posibilidad para los modelos en consideración de reproducir la física cuántica es por medio de influencias instantáneas, a velocidades infinitas. Pero entonces, todo estaría influenciado por todo de manera instantánea, y se perdería la noción de espacio-tiempo”. Acín añade que, a pesar de ello, “hay que ser cautos, ya que podrían existir otros modelos”.

El paso de los modelos a las mediciones reales aún no es posible, porque, según el físico del ICFO: “se requeriría de una tecnología más allá de lo que hoy es posible en los laboratorios”.

A la pregunta de si estas mediciones podrían convertirse algún día en la prueba de la naturaleza cuántica del universo, el físico contesta que “en realidad ningún experimento prueba la validez de una teoría ya que, en un sentido estricto, las teorías sólo se pueden falsificar experimentalmente. Pero es cierto que (de darse estos resultados en experimentos futuros), se reforzaría la creencia de que la física cuántica describe el universo”.

Fuente: Tendencias21